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lunes, 7 de febrero de 2011

Los héroes en Colombia, si existen.

Muchos madrugadores!
Eran las seis de la mañana, y mientras terminaba de arreglarme el casco, sentí el llamado de Oswaldo, que desde sus dominios (portería) anunciaba la llegada de Paila; un “verdadero héroe”, pensé: y sin cargar un arma jamás, como debe ser.
Pues, habíamos concretado salir juntos, al encuentro del grupo, y él como siempre muy puntual, se adelantó a mi salida, que apuré lo más que pude, para iniciar esta travesía, que demostraría una vez más, que los héroes en Colombia, si existen.   Aún no terminaba de clarear, al salir del sótano, cuando vi a Paila congelado, y como ocurre habitualmente en estos casos, con cianosis peribucal y fasciculaciones generalizadas; me reí en silencio, al imaginarlo en el alto de Letras, dos días atrás; pero  mientras avanzábamos, me explicó que el día que pasó por allí, se encontró con un sol veraniego, que no le hizo sentir el rigor del frío, que si tuvimos que soportar los demás Marielo’s el año anterior, durante nuestro periplo a esos lugares, que comparado con el de Dani(Paila), fue muy corto.

Rodar relajadamente.
Al llegar al sitio de encuentro sobre la avenida 80, ya el grupo estaba completo, pues arribaban prácticamente al mismo tiempo, los compañeros procedentes de las lejanas tierras de Envigado.  Todo listo, y a rodar… los saludos, que jamás son protocolarios, dejan sentir el calor humano, y el cariño que existe al interior del combo, y entre charla y charla, poco a poco fuimos quedándonos callados, ante el fuerte paso impuesto por el Capo –ahora Carlos el grande o Carlomagno- y el Zurriburri; sin embargo, continuó retumbando la voz del Monito, que como siempre, parece padecer un raro trastorno neuromuscular, que le impide mover las piernas, sin mover la lengua.  Los foráneos, que en esta ocasión aumentaron de forma significativa, no dejaban de asombrarse ante este increíble fenómeno.

La enorme mancha, avanzó dejando “desgranados” a algunos que como el Profe, decidieron guardar energía para el regreso, conocedor de la larga travesía que nos esperaba, y otros que como Pacho, están apenas comenzando a coger el ritmo, que le permita seguir al grueso del grupo, por ahora, el grueso es él.  Bueno, yo también estoy un poco grueso, pero la experiencia me permitió seguir el paso del grupo, hasta un poco más arriba de “Jalisco”, donde al ver que el Monito perdía la rueda, aceleré tratando de que no volviera a llegar, y pagué caro mi osadía, pues, unos metros más adelante, ya en el peaje, vería como el mismo Monito, pasaba por un lado, dejándome sembrado en la vía, y ni siquiera miró sobre su hombro, para que la humillación fuera más lastimera.
Puesta a punto.
Debo aclarar, que Jalisco es un estadero, que se encuentra a orillas de la vía, que de Medellín conduce a San Pedro de los Milagros, y no se trata de la ciudad Mexicana; el destino elegido en esta ocasión, fue el municipio de Belmira, por lo que debimos pasar por el primero.  El estadero en mención, queda unos 17 Km, delante de la salida de Medellín, es decir 17 Km, después de haber iniciado el ascenso.
El grueso de la banda, ya se encontraba ascendiendo el Kilómetro más duro, que corresponde al “Gallinero”, y en ese punto mi corazón quería explotar, pero con el Monito a unos pocos metros, había que tomar el riesgo, y afortunadamente, no lo hizo.
 Al llegar al alto, donde se encontraban todos nuestros compañeros, no había logrado dar cacería al pajarraco parlanchín, pero la diferencia con él, y con el resto del combo, no fue significativa, lo que me dejó satisfecho, después de duras jornadas, llegando muy retrasado.
Me enteré, entonces, que el remate de Leña, Paila y Pala, fue portentoso, tanto, que solamente uno de los foráneos, atinó a seguirles el fuerte paso, y este, fue élite (Orgullo paisa) hasta hace dos años; el Zurriburri, el Capo y Conrrado los siguieron de cerca.

Tramando algo...
En ese momento, el pensamiento que atronaba en mi mente, era que al regreso, llevaríamos cerca de 100 Km más recorridos, y que ese alto, debería ‘coronarse’ también en sentido contrario. Mientras estaba absorto en mis temores y dudas, llegaron Paty, Javierín(Ronjano), Pacho, el Profe, Araque, Masajes y demás integrantes del Mariela’s, junto con los foráneos.
Sin embargo, partí hacia nuestro destino, después de saludar a quienes habían madrugado un poco más, y nos aguardaban en el alto, como Juan (Slack) y Fastástico. La mañana gris, como acostumbra en esta porción del departamento, y el frío recalcitrante de los 2500 metros de altitud, parecieron congelar mis piernas, y solo la determinación, me hizo continuar la marcha. En este punto, algunos sujetos, se sintieron muy fuertes, y se marcharon adelante, solamente, para ser alcanzados un par de kilómetros después, por la caída de Fastástico.
El paso por San Pedro, fue precario, pues la vía se asemeja más a un camino de herradura, de los que tan orgullosos se sentían nuestros antepasados, durante la conquista; varios tramos de la carretera, nos recuerdan el desgreño administrativo al que se ven sometidos tantos municipios de la hermosa geografía Colombiana.

Pero, pronto se superan estos ‘baches’ y al desviarnos hacia Belmira, el paisaje conmueve los sentidos y una paz inunda nuestra conciencia, una nítida quebrada acompaña la senda, mientras el Profe furiosamente lanza un ataque, al que siguieron Juan Duque, Heider, Monito y yo; las palabras del Monito fueron proféticas, al exclamar: “esta fue…”; y al mirar hacia atrás, se veía alejar al grupo, y una sombra acercarse de forma rauda, se trataba de Leña, que quería demostrar que se encuentra en excelente forma.  Este grupo de seis aventureros, se encargó de dar caza a dos foráneos, que no habían detenido la marcha en la caída de Fastástico, y en el último ‘repecho’ antes del pueblo, se acabó la armonía, y los más fuertes se adelantaron,  antes de coronar la cima, fu entonces, cuando veía a Heider a 15 metros, y más alejado Leña y el Cabezón; que dirigí mi mirada hacia atrás, y ya no estaban Juan, ni el Monito, ni el Profe, así que pedaleé con todas mis fuerzas, y hasta con rábia, sin lograr descontar los 200 metros que me llevaban de ventaja. Pensé, que después de ese enorme esfuerzo, tendría tiempo de descansar, antes de ver llegar a mis colegas… craso error, rápidamente fueron llegando, para llenar las pequeñas tiendas que rodean la plaza de este bello municipio.
Mucha gaseosa, tortas, pasteles, huevos y hasta calentado y sopa, deglutimos, mientras comentábamos las incidencias de lo que llevábamos de recorrido. Sobra aclarar, que el calentao y la sopa, corrieron por parte del Animal.
El enrredo de bicicletas era indescriptible, y no pasó desapercibido por los aldeanos, quienes asombrados miraban desde prudente distancia, como temerosos de ser atacados por una agresiva víbora, afortunadamente, nuestras ‘flacas’, guardaron compostura.

Mejorando cada día.
Después de resolver el enigma de las bicicletas enzarzadas, me dirigí al lado contrario del parque, es decir de frente a la iglesia, deseando poder cargar alguno de los suculentos racimos de plátanos que enverdecían el paisaje, cuando en la entrada de un pequeño restaurante, reconocí la bicicleta de Chepe (Magnelly), recostada en un costado, por lo que entré al establecimiento, encontrando aún sudoroso a quien cada año, repite el galardón de “Güevas de oro”, dado al más tenaz de los Marielito’s; me contó, que había salido tarde, y realizó el recorrido solo. Salí, principalmente a recibir un poco de calor, emanado del astro rey, que a esa hora ya surcaba el firmamento, y hacía más tolerable el álgido clíma de estas montañas. Ahí estaba el equipo en pleno, por lo que mi primera propuesta, fue la de realizar el regreso calmadamente, para lo que esgrimí dos argumentos, a saber, el primero, que deberíamos permitir una adecuada digestión de las viandas consumidas, y el otro, que teníamos que aprovechar el clima, para disfrutar del bello paisaje que  nos brindaba su esplendor…
Mi poca capacidad de convencimiento, quedó evidenciada, tan solo aparecieron las primeras pequeñas rampas, antes de llegar a San Pedro, pues, al llegar a este municipio, ya de regreso, me encontraba pedaleando solo, y únicamente veía a lo lejos a otros compañeros, que al igual que yo, luchaban frenéticamente, para perder el menor tiempo posible; el único aliciente, era que me encontraba atravesando la entrada al parque temático “La vía láctea”, que es un hermoso sitio para disfrutar una tarde con la familia, y especialmente con los niños.  Como había comentado, la carretera, se vuelve trocha, y mi ‘negra’ sufrió todo el rigor del afán, que tenía por reconectar, y mientras la mayoría bajaba drásticamente la velocidad en los tramos malos, yo aceleraba hasta alcanzarlos, ya a la salida de San Pedro.
Pensé, que el recorrido en adelante sería relajado, pues ya eran más de 100 kilómetros recorridos, y mis piernas se hubiesen doblado sin fuerza de haberme bajado de la bici, y me imaginé que todos estaban en similares condiciones, pero, estaba equivocado.  Un poco más adelante en el camino, nos cruzamos con el Ingeniero, que en su bici de montaña, regresaba a su finca, después de un corto entrenamiento. 
Unos pequeños ‘resaltos’ y una vez más,  Leña, Paila, Profe, Masajes, Juan Carlos, Fastástico, Animal, Heider,  los hermanos Duque: Juan y Omar  y Pala, se marcharon adelante, junto con un par de foráneos, siguiendo la estela del Profe, quien otra vez hacía estragos en el grupo.  Mi esfuerzo alcanzó para quedar en un grupo intermedio, donde me acompañé de Conrado, Capo, Zurriburri, Ronjano y otro invitado, mientras atrás, se formaba una tercera grupeta, que transportaba a Pacho y Paty, acompañados de otro reducido número de Marielo’s y algunos extranjeros. Solamente, faltaban entonces Monito y Magnelly, que venían muy retrasados, y sin el menor afán.

No hubo premiación en trofeos o efectivo, pero el ver a todo el grupo reunido nuevamente en San Félix, fue el mejor premio de la extenuante jornada, y tuvimos tiempo de departir  una vez más, tantas alegrías que generan estos recorridos, en quienes vemos al ciclismo, como el mejor deporte del mundo.
Ya en el descenso, pudimos definir, que la próxima semana, estaremos realizando otro duro recorrido, que nos llevará hasta el alto de La Quiebra, para completar desde Medellín, 162 km, y desde Envigado 178 Km.  Será, otra catarsis de biela; hasta entonces.

3 comentarios:

  1. Al fin entendí por que el Monito al pedalear "dá tanta lora", su lengua está directamente conectada a sus piernas. excelente crónica. no debe faltar nunca.

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  2. Estoy de acurdo con el animal, muy buen relato. Lastima que en ocasiones no los pueda realizar.

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  3. Ya me comunique con el monito y via celular le lei todo lo relacionado con él en esta crónica, no paraba de reirse, igual que yo
    Definitivamente excelente, no puede faltar

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