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lunes, 23 de febrero de 2015

Santa Rosa de Osos... llena de osos! (fotos al final)

Nuevamente Kairós fue benévolo con los ciclistas y se pudo disfrutar de una hermosa mañana tanto en el valle de Aburrá, como en la zona de la cordillera central en la que transcurrió el periplo Marielo’ preparatorio para los retos que siguen, el primero de ellos, una visita al viejo conocido del norte: Amalfi, y la otra el periplo de semana santa.
Con ellas en mente, el grueso lote comenzó a rodar muy temprano por la autopista norte, pero en esta ocasión sin ser admirado como en otras ocasiones por su homogeneidad; esto debido a la total falta de uniformidad del mismo, que incluso, hizo pensar a los curiosos que era uno más de los innumerables colectivos que los domingos desfilan por las vías cercanas a la capital de Antioquia.
Si sumamos a la diversa opción de uniformes Marielo’s, la de tantos cicloturistas que se unieron al lote, no había claridad de quienes rodaban en la extensa serpiente multicolor; el ritmo suave permitió sin embargo, que los más parlanchines dieran rienda suelta a sus delirantes juicios sobre los “pódium” de las salidas.
Fueron muchas las cábalas hechas por los dicharacheros Hormiga, Vampirín y Pala, quienes parece que se han propuesto hacer del paseo de semana santa una competencia, pero eso solamente demuestra el enorme temor que les produce el recorrido programado para el ya tradicional reto de la semana mayor.
Claro que las voces de estos locuaces compañeros fue tan robusta únicamente por la inexplicable ausencia del “pájaro d’oro” que cumple además la función de “radio d’oro” en el lote, y que según se dijo se ausentó por temor de no estar a la altura del resto del pelotón en esta dura etapa;  miedo compartido por el emérito Animal, quien ante su lamentable demostración de la semana anterior, fue incapaz de contener su deseo de adelantarse al lote mientras este se encontraba en el receso de avituallamiento.
No fue esta la única pérfida estrategia desplazada en la jornada, otra muy comentada se dio durante el ascenso a Matasanos, donde Colmillo hizo recordar a otro ausente, Cuneta, por el amparo tras vehículo que usó como estrategia para adelantarse y puntuar en el premio de montaña de primera categoría mencionado.

martes, 17 de febrero de 2015

Requiem y crónicas atrasadas... ah, y todas las fotos que faltaban! (Fotos al final)

Un trozo de manzana en el momento en que las últimas fuerzas me acompañaban, dieron inicio a una relación marcada por la camaradería y lealtad, tanto en la ruta como fuera de esta; siempre rodaba preparado y la fruta era su principal arma para enfrentar las duras cuestas, donde su temple, entrega y por sobre todo sus excelsas condiciones le hacían brillar.
Todos le llamábamos Gaviota, pero hasta donde he podido indagar, nadie sabe a ciencia cierta por qué; aunque sin duda tiene que ver con la forma como tomaba las más duras rampas y las encumbraba como si fuese volando, haciendo evocar el sutil aleteo de esos Láridos que recuerdan a los náufragos que cerca habrá tierra firme.
Después de tantos años compartiendo la geografía patria, no puedo evitar el nudo en la garganta cuando recuerdo que no volverá a acompañarnos en las duras jornadas; pienso en su acertado consejo y la palabra de ánimo que salía de su boca ante la ‘afugia’ de cualquier ciclista del lote; pero, también pienso en la fortaleza de ese hombre que ante la adversidad, levantó siempre la cabeza y cordialmente atendió a sus amigos cuando le visitaban.
Un par de años atrás, le acompañé en el infortunado trance de la súbita viudez, y poco tiempo después nos reímos de anécdotas que también compartimos con su esposa, Martha, la muy entregada y simpática acompañante de algunas rutas, quien lo cuidaba como a hijo bobo, como también hizo con quienes rodábamos junto a su eterno compañero.
Juntos recordamos la ocasión en que con un mensaje de texto invité al grupo a la salida dominical con la exhortación a llevar “yesca” para encender la leña que se repartiría en el recorrido, y sorprendido recibí la llamada de Martica unos minutos después, quien con tono de reproche preguntaba: “Quien es esa tal Yesica?...” , reímos mucho.
Fueron muchas las anécdotas, muchas las experiencias, pero muchas más las enseñanzas de Gaviotica, y sin duda la motivación que sembró en mí, no solamente para enfrentar con pundonor la ruta, sino, principalmente la actitud frente a la adversidad, al infortunio, serán compañeras por el tiempo que me queda; como olvidar que aún en una situación irremediable, conociendo las cercanas consecuencias de su padecimiento, se arriesgaba a soñar con nuevos recorridos y nos animaba a realizarlos.
Una imagen que no podré borrar jamás de mi memoria, se grabó en la penúltima visita, cuando entré en la habitación de hospital donde se encontraba, lo hallé de pie, y con su enérgica voz me dio la bienvenida mientras me presentaba al médico que le trataba, y se mantuvo erguido a pesar del evidente dolor que sentía; sería la última vez que lo vería tal como era, un hombre vital.
Continuamos con la rutina, continuamos con la vida, porque lo único que realmente nos es común, es que vamos inexorablemente a recorrer el mismo camino, solamente que como para no perder la costumbre, Gaviota ascendió más rápido, se adelantó en la última ruta y nuevamente se llevó el galardón final, por eso: hasta siempre compañero!