Una mañana gris, pero intensamente cálida y húmeda, nos acompañó en el comienzo de este periplo ciclístico, que nos llevaría por tres departamentos, comenzando en el del bunde y el folklor. Amanecimos en Mariquita, y el calor se hizo sentir desde un comienzo, aunque con la fortuna de la lluvia madrugadora, fue más tolerable. Una vez nos montamos en nuestras flacas, y dar dos o tres pedalazos, se empieza a empinar el camino, y salvo unos pocos y cortos descansos, se mantiene durante algo más de 80 km.
Los primeros compases, fueron tomados con la madurez de un grupo de mil lides, a ritmo pausado, que sin embargo, sorprendería a nuestros conductores, pues dijeron haber acompañado otros grupos previamente, “y ninguno subió a un ritmo tan fuerte”.
En las ‘primeras de cambio’ ocurrió el único pinchazo en carretera, y esta vez, para variar no fue el Animal; como se había acordado, la reparación se realizó en el vehículo acompañante, mientras el lote continuaba avanzando, y en menos de tres minutos, ya se había reagrupado; el paisaje de bosque tropical es fantástico y la carretera se encuentra en buena forma, lo que nos permitió disfrutar del país mas bello del mundo (Alejo: me copia ?); y el ánimo estaba más alto que la montaña que ascendíamos alegremente.
Los primeros 40 Km., se hicieron en grupo compacto, y al llegar a Fresno, las fuerzas aún estaban intactas, o al menos eso creíamos todos; los repechos que hay tanto a la entrada, como a la salida de este municipio tolimense, alcanzan los 13º de inclinación, y nos preguntábamos como estaría más adelante.
Fresno no es el más bello pueblo de esta zona, y aunque es famoso productor de café, no se observa cerca de la carretera; recorríamos a la inversa, la colonización antioqueña, que años atrás, llevó a lomo de mula a los arrieros paisas, a todos estos parajes, hasta llegar al hoy llamado Valle del Cauca. A cada pedalazo, Hernando y Beatriz, nos ofrecían líquido y alimentos, lo que hizo que nos sintiéramos muy cómodos durante el viaje.
La vía continuaba hacia arriba, por lo que las piernas en los siguientes 20 km. que conducen a Padua, van comenzando a minarse, y el clima que hasta ese punto apenas había bajado algunos grados de temperatura, comienza a mostrarse más, y más frío.
Ya en este trayecto, el bosque cambia, tornándose en un verde intenso que con los rayos solares, dan una tranquilidad y gozo indescriptibles, y sin duda los disfrutamos tanto como cada pedalazo, que nos acercaba a nuestra gran epopeya.
Al pasar raudos por Padua, apenas pudimos apreciar la romería que se dirigía a la iglesia, que es la construcción más grande que se observa, y los fieles miraban sorprendidos el uniforme grupo de ciclistas que curioseaban todo su alrededor.
Sorprendentemente, habiendo ascendido 60 Km. al llegar a Las Delgadillas, a un paso fuerte, continuábamos en un solo grupo, lo que sin duda mostraba la gran forma del Mariela’s cicling leña racing team.
El frío que comenzaba a sentirse con fuerza, se acompañó entonces de una tupida niebla, que hizo del paisaje un deleite, pues a pesar de no poderse apreciar las montañas a lo lejos, el grupo entre la neblina, se veía como sería más adelante la subida: “tétrico”.
La pendiente parece inclinarse, y las fuerzas comienzan a faltar, pero el pensamiento puesto por completo en la meta, permitían verdaderamente disfrutar el camino; el cuál va cambiando poco a poco, hasta que los frondosos y grandes árboles, son reemplazados, por pastizales bajos, y los primeros vestigios de frailejones, que nos dejan saber que estamos sobre los 3000 metros de altitud. Y cuando menos pensamos, el grupo ya no está completo…. dos compañeros son los primeros en rezagarse, y dentro de ellos, sorprendentemente, está Leña, que inicialmente sacó una buena diferencia sobre el Profe, quien fue el primero en retrasarse.
Un pequeño respiro en el ascenso, pareció dar fuerzas adicionales, al Animal, quien una vez se empinó nuevamente la cuesta, apretó el paso, dejando inicialmente a Juangui, y solo un poco más arriba a el Capo, y el Zurriburri; quienes, sin embargo, alcanzarían al Médico que fue el siguiente en perder la rueda del ya reducido grupo. El agua decidió no perderse la odisea, y cayó abundantemente, haciendo que el pequeño descenso entre la larga escalada, fuera aún más agónico que la misma, pues las manos congeladas, sufrían para activar los frenos de nuestras máquinas. Entre tanto, Villegas en forma portentosa, daba cacería al fugado, y con paso de campeón, lo superaba para tomarle cerca de seis minutos de ventaja en el alto, y en tercer lugar llegaba Fastástico; mientras Monstruo, era también alcanzado y superado por el dúo que llegaría en cuarto lugar, conformado por el Capo y el Zurriburri, relegándolo al sexto puesto en la dura travesía; otra dupla aparecería entre el aguacero, el frío y el viento, se trató de Juangui y el Médico, y solo un poco más atrás, llegaban Leña y el Profe, para completar esta espectacular etapa, que en ese momento era solo una prueba superada, que no sería repetida jamás. Hoy, con ya casi una semana de diferencia, las piernas, y la cabeza se repiten: ‘la próxima voy a subir más rotado, o bajo un piñón en el sector de….’; esta pasión es lo máximo, y ahora, sabemos que la sensación que a pesar del frío, el cansancio y el dolor excesivos, que sentíamos en aquel alto, es la que siente todo héroe, y eso es lo que son estos gomosos del pedal.
Conocedores de la limitación en el tiempo, y lo largo de nuestro relato, nos despedimos, aclarando que tan pronto el tiempo lo permita, narraremos la estadía en Manizales, y la etapa que nos regresaría al hogar, dulce hogar.
Médico bacanisimo hermano, hasta apaguè el tv para que nada me interrumpiera esta agradable lectura. Vamos Marielos
ResponderEliminarmás vale tarde que nunca, casi que no médico.
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