El fotógrafo los quería decapitar... |
El último día en Bogotá, también amaneció radiante, por eso,
aunque había sido advertido de un compromiso familiar y que debía llevar a “la
negra” al destino donde conocería a su nuevo jinete, decidió acudir a la cita
con los anfitriones que tan bien le habían recibido; así que se enfundó su
uniforme y a pedalear!
En tan solo dos minutos, el grupo estaba completo, en esta
ocasión por no ser día de la madre, se unieron otros tres colegas con lo que ya
eran siete, y con gran ánimo se
dirigieron a la salida hacia Medellín, para el plato ciclístico del día; pronto,
fueron seguidos por más pedalistas que iban en la misma dirección, formando un
grupo considerable que devoró kilómetros rápidamente. Solamente el paso de Esteban Chávez, hizo que
Edwin se adelantara para saludarlo, pero ante el fuerte ritmo que llevaba este,
decidió esperar al grupo, que sin menos cadencia rodaba con menor velocidad.
Un repecho de cerca de 600 m. fue el detonante de una debacle,
pues varios de los “pega’os” apretaron el paso, adelantando a quienes
comandaban el lote, con la inmediata respuesta de estos y acto seguido, todos
iniciaron un furibundo sprint, que dejó a la mayor parte a retrasarse, y dejó como
vencedor al fortísimo Edwin; en seguida se encontró un pequeño descenso, en el
que se aprovechó para reagrupar al grupo, sin embargo, tan solo un par de
kilómetros después, fue Fernando quien se detuvo a indagar sobre un ruido que
emitía su bici, y solamente fue acompañado por el foráneo.
Al reiniciar estos dos la marcha, Fernando indicó a su
visitante que pusiera paso, y en ese momento
alcanzaron a Edwin, quien había disminuido
la velocidad, para esperarlos; el paisa continuó a velocidad alta, con el fin
de alcanzar a un grupo que les llevaba una ventaja ínfima, adelantando a José,
quien también progresaba relajado y posteriormente a los otros tres compañeros
que aguardaban su llegada.
Sin embargo, el visitante después de dar alcance a todos sus
compañeros, decidió seguir a rueda del lote que había alcanzado y que rodaba a
gran velocidad, por lo que se separó de los suyos durante un largo trayecto,
que se enteró conducía al municipio cundinamarqués de Subachoque, mientras los
demás se reagrupaban atrás. Este lote, conformado por siete ciclistas fue
desintegrándose en el trascurso del camino, pues fueron quedándose
paulatinamente unos, hasta quedar únicamente tres ciclistas que rodaban a toda
máquina; en el momento en que el foráneo pretendió hacer un relevo cambiando de
piñón, escuchó como quien se encontraba a su rueda gritaba a quien comandaba la
tripleta: “Uriel! Pilas!”, por lo que al pasar, indicó cada irregularidad del
asfalto con sus manos, para dar a entender que no tenía propósito de
adelantarse, pero entendió que se lo estaban tomando como una carrera por lo
que decidió despedirse y aflojar el paso, pero en ese momento, ya habían
llegado al pueblo que sería su sitio de retorno: Subachoque.
Un nuevo destino conquistado, y otra satisfacción en esta
breve expedición a la capital de la república; el resplandeciente sol le hacía
sentir escozor en la cara y recordó que había olvidado aplicarse el bloqueador
solar, pero no era capaz de resguardarse bajo la sombra, pues el frío que
sentía era enorme; eso por supuesto no le impidió admirar la bonita
arquitectura de la iglesia de este municipio, así como su bien cuidado parque
central, y mientras se embelesaba con sus pensamientos, llegaron en gran lote
sus compañeros, quienes nuevamente realizaron un portentoso embalaje que mostró
su gran capacidad física una vez más.
Infortunadamente, nuestro visitante debía regresar por sus
compromisos y viaje a Medellín, por lo que no podría continuar el recorrido
programado que incluía una cota durísima, por lo que con la comprensión de sus
nuevos amigos, se despidió para emprender el regreso en solitario, con la
sensación de pleno regocijo por haber podido compartir las rutas de la sabána
Bogotana con excepcionales personas, y deseó haber dejado tan grata impresión
como la que se traía de todos.
El regreso fue pausado y aprovechado para admirar los muy
disímiles paisajes que adornan la geografía de esta región de clima frío, que a
más de 2600 metros de altitud, alberga la ciudad más grande y más cosmopolita de
nuestra nación, la Atenas suramericana; por eso la despedida fue satisfactoria,
tanto como los recorridos realizados con menos oxígeno del acostumbrado; el
foráneo antioqueño deja un enorme agradecimiento a quienes le permitieron
compartir la mayor pasión que genera el invento que revolucionó al ser humano,
la rueda … multiplicada por dos!
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