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viernes, 17 de mayo de 2013

Último día en la capital!

El fotógrafo los quería decapitar...
El último día en Bogotá, también amaneció radiante, por eso, aunque había sido advertido de un compromiso familiar y que debía llevar a “la negra” al destino donde conocería a su nuevo jinete, decidió acudir a la cita con los anfitriones que tan bien le habían recibido; así que se enfundó su uniforme y a pedalear!
En tan solo dos minutos, el grupo estaba completo, en esta ocasión por no ser día de la madre, se unieron otros tres colegas con lo que ya eran siete, y con gran ánimo  se dirigieron a la salida hacia Medellín, para el plato ciclístico del día; pronto, fueron seguidos por más pedalistas que iban en la misma dirección, formando un grupo considerable que devoró kilómetros rápidamente.  Solamente el paso de Esteban Chávez, hizo que Edwin se adelantara para saludarlo, pero ante el fuerte ritmo que llevaba este, decidió esperar al grupo, que sin menos cadencia rodaba con menor velocidad.
Un repecho de cerca de 600 m. fue el detonante de una debacle, pues varios de los “pega’os” apretaron el paso, adelantando a quienes comandaban el lote, con la inmediata respuesta de estos y acto seguido, todos iniciaron un furibundo sprint, que dejó a la mayor parte a retrasarse, y dejó como vencedor al fortísimo Edwin; en seguida se encontró un pequeño descenso, en el que se aprovechó para reagrupar al grupo, sin embargo, tan solo un par de kilómetros después, fue Fernando quien se detuvo a indagar sobre un ruido que emitía su bici, y solamente fue acompañado por el foráneo.
Al reiniciar estos dos la marcha, Fernando indicó a su visitante que pusiera paso, y en ese momento
alcanzaron a Edwin, quien había disminuido la velocidad, para esperarlos; el paisa continuó a velocidad alta, con el fin de alcanzar a un grupo que les llevaba una ventaja ínfima, adelantando a José, quien también progresaba relajado y posteriormente a los otros tres compañeros que aguardaban su llegada.
Sin embargo, el visitante después de dar alcance a todos sus compañeros, decidió seguir a rueda del lote que había alcanzado y que rodaba a gran velocidad, por lo que se separó de los suyos durante un largo trayecto, que se enteró conducía al municipio cundinamarqués de Subachoque, mientras los demás se reagrupaban atrás. Este lote, conformado por siete ciclistas fue desintegrándose en el trascurso del camino, pues fueron quedándose paulatinamente unos, hasta quedar únicamente tres ciclistas que rodaban a toda máquina; en el momento en que el foráneo pretendió hacer un relevo cambiando de piñón, escuchó como quien se encontraba a su rueda gritaba a quien comandaba la tripleta: “Uriel! Pilas!”, por lo que al pasar, indicó cada irregularidad del asfalto con sus manos, para dar a entender que no tenía propósito de adelantarse, pero entendió que se lo estaban tomando como una carrera por lo que decidió despedirse y aflojar el paso, pero en ese momento, ya habían llegado al pueblo que sería su sitio de retorno: Subachoque.

Un nuevo destino conquistado, y otra satisfacción en esta breve expedición a la capital de la república; el resplandeciente sol le hacía sentir escozor en la cara y recordó que había olvidado aplicarse el bloqueador solar, pero no era capaz de resguardarse bajo la sombra, pues el frío que sentía era enorme; eso por supuesto no le impidió admirar la bonita arquitectura de la iglesia de este municipio, así como su bien cuidado parque central, y mientras se embelesaba con sus pensamientos, llegaron en gran lote sus compañeros, quienes nuevamente realizaron un portentoso embalaje que mostró su gran capacidad física una vez más.
Infortunadamente, nuestro visitante debía regresar por sus compromisos y viaje a Medellín, por lo que no podría continuar el recorrido programado que incluía una cota durísima, por lo que con la comprensión de sus nuevos amigos, se despidió para emprender el regreso en solitario, con la sensación de pleno regocijo por haber podido compartir las rutas de la sabána Bogotana con excepcionales personas, y deseó haber dejado tan grata impresión como la que se traía de todos.
El regreso fue pausado y aprovechado para admirar los muy disímiles paisajes que adornan la geografía de esta región de clima frío, que a más de 2600 metros de altitud, alberga la ciudad más grande y más cosmopolita de nuestra nación, la Atenas suramericana; por eso la despedida fue satisfactoria, tanto como los recorridos realizados con menos oxígeno del acostumbrado; el foráneo antioqueño deja un enorme agradecimiento a quienes le permitieron compartir la mayor pasión que genera el invento que revolucionó al ser humano, la rueda …  multiplicada por dos!

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