El
día de la madre, fue aprovechado por muchos de los habituales ciclistas para un
receso que les permitió visitar a sus progenitoras celebrando su abnegada
entrega y desmesurado amor; pero, otros quisieron aprovechar las primeras horas
de este soleado día en la capital de Colombia, para rodar sobre sus flacas; fue
así como muy temprano se encontraron cerca al monumento de ‘Los Héroes’ seis
gomosos, encabezados por Edwin, quienes dieron la bienvenida al foráneo llegado
de tierras antioqueñas.
El destino fue la mítica subida a Patios, que para quien viene
de tierras lejanas, es una fuerte motivación, pues es la más conocida loma
mencionada en todas las carreras ciclísticas que pasan por Bogotá, por lo que
el corto recorrido entre el punto de encuentro y la base de dicha subida se
aprovechó para compartir puntos de vista e interrogar sobre las experiencias de
cada uno sobre el más bello juguete que inventara el hombre.
Una vez se llegó al punto donde inicia el ascenso, Edwin indicó
al visitante que serían algo más de 7 kilómetros, a lo que este último
respondió con una solicitud que sonó a súplica: “pero subamos suave”, a lo que
el primero respondío: “claro”, aunque para sus adentros se emocionó al
conocer el miedo que generaba este alto en su invitado.
Después de subir los primeros dos kilómetros, uno de los
ciclistas del grupo se había adelantado doscientos metros, seguido por el
tándem formado por Edwin y el foráneo, mientras atrás relajados pedaleaban los
otros integrantes del grupo; las primeras rampas presentan un grado de
dificultad moderado, que permiten apreciar un verdaderamente impresionante
panorama de la ciudad completa, que se asemeja al paisaje que se ve desde un
faro, pero reemplazando el agua del mar por concreto y ladrillo, pues hasta
donde alcanzan a ver los ojos, todo es Bogotá… inmenso!
Una ciudad que en los noticieros se muestra en completo caos,
pero que en una corta estancia como la relatada, se aprecia moderna, activa,
progresiva, pujante y muy bonita, aunque sin duda congestionada y con
abundantes agujeros en sus calles, aunque nunca comparables con la descripción
realizada por el famoso patrullero que en un canal de T.V. muestra la metrópoli
como un inmenso agujero rodeado de casas.
Eso sí, nadie saluda, los ciclistas que abundan por la vía que
recorren, pasan en sentido contrario sin siquiera realizar un gesto, mientras
los que son adelantados por el llegado de Medellín al escucharlo decir “Buenos
días”, solo miran con asombro sin responder al elemental saludo, solamente algunos
deciden responder; claro, que en Antioquia parece que cada vez desean parecerse
más a los del altiplano, pues se les está olvidando saludar.
Después de 15 minutos de pedaleo constante, ya han alcanzado al
fugado y desde atrás ha llegado uno de los compañeros retrasados, por lo que
ruedan en grupo de 4 ciclistas, cuando atraviesan por un bello sitio que evoca
a la vieja Buenos Aires y que tiene un llamativo letrero que dice: “Caminito”,
es un segmento en donde se continúan una serie de curvas y que muestran una
mucho mayor inclinación en su pendiente, por lo que Edwin aprovecha para
apretar el paso, dejando ‘sembrado’ al foráneo, siendo seguido por el último en
alcanzar al grupo desde atrás.
En adelante, el invitado trata de seguir la rueda de quien hasta
un par de kilómetros atrás venía con alguna ventaja, pero poco antes de coronar
la cima afloja para alejarse también de este y llegar a la cumbre de Patios en
cuarto lugar, pero con una satisfacción mayor que sus tres colegas que lo
precedieron, al fin y al cabo, ha coronado Patios por primera vez.
En el alto se encuentra gran cantidad de aficionados al deporte
de las bielas, todos deambulan en pequeños grupos o en forma individual,
disfrutando de un logro más; mientras nuestros amigos comparten un delicioso
salpicón, aprovechando para compartir anécdotas e indagar sobre las similitudes
y diferencias entre los ambientes Bogotano y Antioqueño.
Deciden bajar los tres kilómetros que hay en dirección a La
Calera, y retornar haciendo los mismos, en donde son rebasados por una joven
dama, quien acelera para dejarlos atrás, lo que motiva un aumento significativo
de la velocidad que separa el grupo en dos, cada uno de tres unidades; sin
embargo, una vez más en el alto se reagrupan y realizan el descenso juntos.
Como los destinos eran
disímiles, en plena carrera séptima y rodeados de un verdadero jolgorio
producido por la enorme cantidad de deportistas que asisten a la ciclovía, en
una calurosa mañana en la nevera, se despidieron con gran ánimo, y los
anfitriones recibieron un muy sincero agradecimiento de parte de quien disfrutó
como ninguno esta magnífica salida dominical.
Eduardo, que bacano ese relato. Fue muy grato compartir esa salida al mitico puerto de patios.
ResponderEliminarPor aca bienvenido , para ir conociendo mas rutas que nos presenta la sabana de Bogota. Y desde esta "nevera" le envio un saludo fraternal.
Edwin R