Para quienes nos sentimos unos “verracos” en la habitación y antes de que pudiéramos siquiera quitarnos el uniforme para la respectiva ducha, Paila nos dejó ver que somos solo unos atrevidos, pues llegó después de haber iniciado la jornada al salir de su trabajo, sin realizar paradas, y sin acompañantes… eso es verraco!
Una leve enfermedad me privó de las delicias de esta tierra, que degustaron con el mayor de los gustos mis exhaustos compañeros, y algunos parecieron excederse con la enorme cantidad de alimento que comieron, un solo par consumió tal cantidad que llenaría el estómago de miles de niños hambrientos. Sobra mencionar a los más glotones, pero, sorprendieron en esta ocasión Chavela y Fastástico, que casi acaban con el pequeño restaurante…
La veraniega tarde fue aprovechada para descansar, y cuando este servidor al anochecer se acercó a la farmacia buscando alivio a su penoso malestar, fue interrogado por el boticario sobre la gran cantidad de foráneos que se habían acercado durante toda la tarde, comprando principalmente jeringuillas de todos los volúmenes, evidentemente… estaba confundido! Y es que en un pueblo medianamente turístico, ese debe ser frecuente, y el señor de la farmacia no lo sabía.
La noche comenzó con mejores sensaciones, un buen baño en la piscina en compañía de mi hijo, junto a Urrao y Cuneta, quienes parecían muy distraídos al parecer embelesados con alguna sirena que por la deshidratación y el síndrome de respuesta sistémica que me aquejaba, no pude apreciar… lo cierto, es que junto a los mencionados Marielo’s, nos dirigimos a buscar algo de comer y mi antojo nos llevó a degustar una deliciosa ensalada de frutas, que infortunadamente terminó unas horas más tarde en el sanitario, sin siquiera digerirse.