La expectativa se confunde con el nerviosismo y hasta el peristaltismo se eleva hasta el punto de producir disentería en algunos de los viajeros de semana santa; las risas nerviosas al interior del grupo reemplazaron la algarabía de otras salidas y después de la aclaración acerca del espíritu del paseo, afortunadamente no se escucharon cábalas ni envites, solamente la Hormiga lo notó, y evidentemente se debe a que después de hacer su show de lisiado, pretende que su victoria sea más espléndida.
Otros tienen el reto de terminar con salud y energía suficiente para disfrutar un logro que únicamente unos pocos osan intentar, pedalear en cuatro días cerca de 600 kilómetros, e incluir en el recorrido dos de los más importantes puertos de la geografía patria a sabiendas que uno de ellos es el más difícil de todos los que se han conocido en competencia ciclística alguna a nivel mundial, es loable.
Como siempre el más expresivo fue Sigilo, quien advirtió que se encuentra en perfecta condición física y que será una sorpresa en las cuatro extenuantes etapas, mientras con “nadadito de perro”, Leña se hace sentir en cada repecho del camino, haciendo que los favoritos miren por el rabillo del ojo con desconfianza y temor; a propósito, en vista de la ausencia de Mary se duda respecto al rendimiento de nuestro apreciado Bedoyeta, pues no tendrá el mismo aliciente que en tures pasados, aunque algunos malintencionados duden de que solamente ha servido de aliciente…
Vampirín que no logró ser reconocido como ‘Gordana’, intenta la puesta a punto con las consabidas ayudas ergonómicas y se arriesga a terminar con “fiebre” después de la segunda etapa, como ha ocurrido con anterioridad, pero su inquebrantable deseo de no dejar coronar a Bedoyeta los altos, le obliga a disparar el lance.
Carlomagno da indicaciones sobre los descansos y soterradamente autoriza la debacle en puntos de la vía que le permitirán lucir sus condiciones y dejar rezagados a aventureros que por primera vez intentarán la osadía, y creyéndose acompañado por su escudero Zurriburri, pretende humillar a los más dóciles indicando puntos de reagrupamiento al coronar los altos; lo que desconoce es que en su interior el granuja compañero le tiene preparada una celada y le atacará con fuerza intentando hacerle perder el ritmo.
Otros tienen el reto de terminar con salud y energía suficiente para disfrutar un logro que únicamente unos pocos osan intentar, pedalear en cuatro días cerca de 600 kilómetros, e incluir en el recorrido dos de los más importantes puertos de la geografía patria a sabiendas que uno de ellos es el más difícil de todos los que se han conocido en competencia ciclística alguna a nivel mundial, es loable.
Como siempre el más expresivo fue Sigilo, quien advirtió que se encuentra en perfecta condición física y que será una sorpresa en las cuatro extenuantes etapas, mientras con “nadadito de perro”, Leña se hace sentir en cada repecho del camino, haciendo que los favoritos miren por el rabillo del ojo con desconfianza y temor; a propósito, en vista de la ausencia de Mary se duda respecto al rendimiento de nuestro apreciado Bedoyeta, pues no tendrá el mismo aliciente que en tures pasados, aunque algunos malintencionados duden de que solamente ha servido de aliciente…
Vampirín que no logró ser reconocido como ‘Gordana’, intenta la puesta a punto con las consabidas ayudas ergonómicas y se arriesga a terminar con “fiebre” después de la segunda etapa, como ha ocurrido con anterioridad, pero su inquebrantable deseo de no dejar coronar a Bedoyeta los altos, le obliga a disparar el lance.
Carlomagno da indicaciones sobre los descansos y soterradamente autoriza la debacle en puntos de la vía que le permitirán lucir sus condiciones y dejar rezagados a aventureros que por primera vez intentarán la osadía, y creyéndose acompañado por su escudero Zurriburri, pretende humillar a los más dóciles indicando puntos de reagrupamiento al coronar los altos; lo que desconoce es que en su interior el granuja compañero le tiene preparada una celada y le atacará con fuerza intentando hacerle perder el ritmo.