Se esperó al contingente envigadeño que nunca apareció, Juangui que no aguantó la impuntualidad de sus compinches deportivos y decidió partir con su ocasional socio dominical. Parece que amaneció lloviendo por el sur y ello espantó a los timoratos "monstruos" ciclísticos.
Fortuitamente apareció Abelardo Rios quien decidió compartir la jornada pedalera y escuchar los sabios y claros consejos del Monito, que estuvo más locuaz que nunca (será por la ausencia de Carlomagno?). Además las conjeturas que se hicieron referentes a la extraña ausencia del Médico que brilló por su ausencia. Se tomó el ascenso al Alto de la Virgen de manera moderad, constante y ordenada, sin los acostumbrados jalonazos de los infaltables pájaros de siempre, disfrutando en todo momento de un agradable clima -para pica de los pusilánimes marielos envigadeños que temieron rodar tomando como excusa una leve brizna matinal- reagrupado el lote en el alto hicimos la acostumbrada parada en el restaurante de estación Terpel del aeropuerto para reabastecer energía.
Se pensó regresar por la misma ruta -túnel- pero decidimos tomar Topos con previo pacto de no agresión y paz total. Dicho y hecho, disfrutamos el clima y el paisaje como pocas veces lo habiamos hecho: Juan Duque, Jorge Mora, Masajes, Pala, Monito, Bedoya (que amenazó con tomar la préxima temporada con el grupo y "caminar" como una moto), Tabares (parece que a el no le llovó en Envigado), Pantani, Chepe Suárez, Oscarice y el Animal -un poco rechoncho fruto de su escaso contacto con "la falca"; y de este decembrino y espectacular plato ciclístico navideño. Y como decia mi abuelito, entre más concreto y preciso mejor, aca termna esta seudocrónica.
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