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martes, 25 de marzo de 2014

Gran Fondo Antioquia, Colombia.

Salida húmeda...
El día comenzó muy temprano, todos los integrantes del equipo Mariela’ participantes en la prueba La
Ruta Gran Fondo debían desplazarse los cerca de 30 Km que separan a Medellín de El Retiro, municipio del oriente del departamento que sería el punto de partida del reto ciclístico de largo aliento que por primera vez se realizaba en Colombia.
Rumores sobre más de 1300 inscritos hacían prever que sería complicado el camino al mencionado pueblo, por lo que  17 Marielo’s que harían parte del colosal lote habían acordado mantenerse en grupo y de esta manera evitar el forcejeo que pudiera formarse al inicio de la etapa, donde transcurriría por una estrecha carretera.
La suave llovizna fue advertida poco antes de las 6:00 de la mañana, cuando se preparaban para iniciar el calentamiento y conversaban sobre las expectativas que generó en la comunidad ciclística esta primera prueba de gran fondo que al estilo de las famosas realizadas en Europa, cambiaría la visión de competencia en este rudo deporte de las bielas, en tierras cafeteras.
Grupo compacto!
Parece que los habitantes del pequeño poblado se volcaron fervorosos a la organización de La Ruta, a juzgar por el esmerado servicio que brindaron a los recién llegados, tanto en la acomodación de los vehículos, como en la señalización de rutas y distribución del trayecto que estaba por comenzar.
El desayuno ingerido una hora antes, estando aún en el calor del hogar, se acompañó de una dosis extra de epinefrina que las glándulas suprarrenales lanzaron al torrente sanguíneo preparando a nuestros cuerpos para la lucha… o tal vez para la huída?, sin vacilación todos recordaron de inmediato a Pala, por qué?
El punto de partida ya atestado de pedalistas permitió intimar con los colegas y saludar a un buen número de ellos que temblaban alrededor de la mancha negra que ocupó un lugar destacado durante toda la jornada y que no era otra que el Mariela’s leña cycling racing team en pleno que se engalanaba con su nuevo uniforme negro/azul; el vaticinio de un retraso en la hora de partida, según costumbres ancestrales de estas tierras, se evidenció cuando un instructor indicó ejercicios de calentamiento antes de permitir el inicio de la prueba, y fue ahí también cuando nos dimos cuenta que el temblor no era solamente por la emoción contenida, era porque hacía un frío nórdico.
La impaciencia de algunos impidió escuchar las explicaciones o excusas que pretendían surtir desde la
Listos.
tribuna emplazada para el evento, pues los gritos y rechiflas ahogaron la voz del presentador, pero cuando más escándalo hubo, fue cuando una representante de la bebida hidratante patrocinadora intentó hablar, y en ese momento la voz de la Hormiga sobresalió exigiendo puntualidad; claro, después nos enteramos que llegó al sitio de partida con cuatro horas de anticipación, “ni en England” mofó más tarde Alan.
Justo antes de que sonase el pitazo inicial el Animal arribó al lugar, donde sus compañeros lo esperaban impacientes comentando la soberana necedad del egregio miembro del colectivo, quien decidió improvisar una reparación de última hora en su máquina, terminando por dañarla, poniendo en peligro su participación en la prueba que como ninguno había preparado; esta vez se salvó, y cuando a pocos kilómetros de El Retiro quedó tirado en la orilla de la carretera, fue auxiliado por Leña quien para fortuna del primero, llevaba cupo en su vehículo para el ciclista y su flaca.
Se dejó venir
El ruido de las cadenas y el chirrido de las ruedas levantando agua del pavimento mojado, fueron la señal inequívoca de que había comenzado el recorrido que después de 170 kilómetros, los traería de regreso al mismo sitio (vaya paradoja); el frío continuó siendo intenso, pero los cerebros no podían percibirlo, la concentración era total y afortunadamente la prudencia fue común, por lo que no se presentaron las previstas pugnas por un espacio en la vía, haciendo que pronto se comenzara a disfrutar el recorrido, a eso habíamos venido.
Los primeros kilómetros solamente sirvieron para desentumir las extremidades inferiores, que después de la espera parecían palos congelados, por lo que poco a poco se desplazaron por la angosta senda que los conducía a La Ceja del Tambo, comandados por Monstruo, Animal y Cranky; pero cuando se habían acomodado y empezaban a disfrutar de la ruta, un silbido conocido señaló la rotura de la llanta trasera de Caleño, quien se apuró a conminar al grupo a no detenerse, sabiendo que fácilmente lo alcanzaría una vez superado el imprevisto.
Al llegar a La Ceja fueron recibidos por una emocionada ciudadanía que con papayera* a bordo disfrutaba del paso del inmenso lote ciclístico, se escuchaban los gritos de “ánimo!” por todos los rincones y el paso del MCLRT generaba aún más histeria colectiva, dejando la impresión de ser el único conjunto que participaba como tal, pues a estas alturas los demás equipos se habían desintegrado ante las ínfulas de sus integrantes para demostrar todo su poder.
Una vez al pie de la cuesta que había sido asignada como premio de montaña, la bisoñada de los
Marielo’s fue evidente, pues el tapete que sirve como lector del chip para tomar el tiempo fue visto por el Médico como un policía (reductor de velocidad) al que trató de esquivar, siendo desviado hacia este por un organizador; en el mismo momento, mientras la inmensa mayoría de los participantes se detenía a orinar justo antes de pasar la alfombra mencionada haciendo difícil lograr un lugar en la manga, Paila se sintió muy astuto y se detuvo inmediatamente después de atravesar el sensor, consiguiendo un perfecto lugar para desaguar, pero prolongando sustancialmente el tiempo en la ascensión.
La Hormiga saltó del lote con agilidad y subió los siete y medio kilómetros a tope seguido en las primeras rampas por el Médico, que finalmente se resignó ante el fortísimo paso que llevaba el insecto; mientras como se había acordado previamente el lote Marielo’ se mantuvo unido y ascendió con gran agilidad comandado por Monstruo, Leña, Animal, Oscarice, Cuneta, Paila y Urrao, unos metros más atrás Vampirín y Cranky, pocos segundos después apareció el eterno tándem de Carlomagno y Zurriburri y finalmente Monito y Profe quienes completaron el grupo para continuar; atrás venían Caleño y Alan, este último por haber salido posteriormente, con la categoría de su edad.
La reprimenda para los fugados no se hizo esperar y nuevamente se les conminó a respetar el ritmo del grupo como se había pactado con anterioridad, mientras la Hormiga acusaba al Médico arribó el Profe y volvieron a rodar sin detenerse en el primer punto de avituallamiento preparado por la organización; todo parecía prometedor y el paso por La Unión fue más que agradable por la calidez del recibimiento, pero también por la oportuna señalización que permitió disfrutar del pavé como en las más tradicionales rutas francesas; continuaron el camino por una vía que en lugar de asfalto, se encuentra tapizada con concreto, volviendo más irregular el rodar de las máquinas y haciendo temblar los manilares en nuestras manos.

Es probable que la característica de la vía, o la pertinaz e incesante lluvia volvieron frecuentes los
pinchazos, por lo menos eso fue lo que dijo uno de los acompañantes motorizados que se detuvo al ver al lote Marielo’ en pleno que a orilla de la carretera esperaba mientras Cuneta y Urrao solícitamente cambiaban el chuzado neumático trasero del Médico; la escena se repitió solo 200 metros más adelante, por lo que tuvieron que ver desfilar a muchos pedalistas que saludaban alegres al uniforme contingente que se enfriaba tenazmente, uno de aquellos era Alan, quien sin afán había dado alcance al grupo que ha acompañado en mil batallas; cuando superaron este segundo incidente, reiniciaron la marcha, pero nuevamente, en esta oportunidad 500 metros después, el mismo neumático volvió a desinflarse, por lo que Caleño y Paila se ofrecieron a acompañar al desilusionado varado, mientras los demás continuaban el recorrido sin saber si los tres integrantes que dejaban podrían alcanzarlos.
En la cuarta pinchada fueron auxiliados por Fader Ardila, quien fungía como acompañante oficial y atentamente verificó el estado de la llanta para evitar que volviese a perforar el neumático, una vez asegurado, permitió que reiniciaran la marcha y acompañó a los tres durante cerca de un kilómetro, pero tan pronto aceleró en busca de más pedalistas que requirieran su ayuda, la rebelde  rueda volvió a desinflarse…
“El Médico acabó con la ilusión del Caleño y Paila e hizo perder tiempo al grupo” fue la conclusión referida por el grupo reunido esa noche alrededor de una suculenta cena que celebró la culminación de la prueba; pero en la carretera siquiera se recordaban los tres mosqueteros que después de reparar por quinta vez el daño en la rueda trasera del infortunado miembro, rodaban con sentimientos encontrados con destino a Sonsón.
Entonces el grupo estaba compuesto por Carlomagno y sus doce discípulos, sería un castigo por la blasfemia de la tardía inscripción de dos de los mosqueteros y la no inscripción del tercero? O solamente una casualidad que se empeñaba en no permitir que rodaran junto al prestigioso lote, pero tampoco se encontraba el inglés, ah… pero Alan también se inscribió en otro punto…
Esos avatares no menguaron el entusiasmo de los Marielo’s, que continuaron el recorrido después de Mesopotamia, donde muchos de los participantes giraron tomando el camino en sentido contrario, pues era el punto destinado para los que harían solamente 100 km., eso indicaba que únicamente 35 kilómetros los separaban de la mitad de la prueba, por eso al pisar con sus ruedas los cojines que permitieron la toma de tiempo en el segundo puerto montañoso puntuable, sabían que a pesar de los vaticinios llegarían unidos al municipio “Donde el tiempo se detuvo”.
La lluvia cesó y el ascenso fue más alegre, los pedalazos demostraban la diversión que envolvía los
Traición de El Yerno?
pensamientos del grupo, atravesando verdes campos enmarcados en fastuosas cumbres montañosas que reafirmaban una y otra vez la enorme belleza y riqueza de estas tierras; los ojos se desplazaban jubilosos y maravillados, pero…  cómo no recordar el atroz baño de sangre que en épocas idas llenó de luto a quienes ahora vitoreaban y animaban con tanto brío la caravana ciclística.
Al escuchar al Caleño mencionar la posibilidad de regresarse una vez se toparan con los demás compañeros que ya habrían hecho el giro en la mitad del trayecto, el Médico apuró el paso para no sentir la tentación y cumplir con el propósito planteado al inscribirse, esta acción provocó el más extraño hecho de la jornada, soltó de rueda no solo al Caleño, sino al mismo Paila, eso no se había visto nunca, y no se volverá a ver sin duda; porque el abandono de los compañeros que se habían sacrificado por él y que incluso rodaban sin repuesto por habérselo donado, es una temeraria afrenta que tendrá consecuencias.
Coronada la cota de más de seis kilómetros, encontraron el único trayecto medianamente plano de la etapa, pues con un descenso imperceptible la doble calzada que enorgullece a las gentes de este hermoso municipio les daba la bienvenida al medio-cenit del ansiado reto, las porristas maniobraban y la banda musical interpretaba una rítmica melodía que impregnó de entusiasmo a la caravana; calles estrechas y banderines rojos acompañados de vítores dieron sentido al enorme esfuerzo realizado.
La detención fue relativamente corta, aunque los deseos de compartir con aquella gente amable, sincera y sencilla eran grandes, faltaba la mitad del recorrido y debían continuar,  por eso una vez fueron mimados con bananos, granola, agua y bebidas hidratantes, retomaron la ruta con la promesa de regresar pronto a tan acogedor terruño.
Mientras iniciaban el recorrido de regreso, vieron como atravesaba en sentido contrario para llegar a Sonsón a tres de los compañeros que les seguían, primero advirtieron al Médico, luego a Alan y solo un poco después a Paila, a quien no observaron y no lo harían hasta llegar a la meta fue al Caleño, que decidió devolverse incluso antes de encontrarse con sus camaradas y aunque señaló posteriormente que había llegado hasta la última cima antes del pueblo, testigos anónimos indicaron que semi-inconsciente había girado a mitad de la cuesta.
El descenso fue raudo para lo acostumbrado por el lote Marielo’, el pavimento ya había secado y estando en perfectas condiciones, se disfrutó la bajada como pocas veces, pero la dicha fue corta, una pequeña cota precedió a la más temible subida del día, era el tercer premio de montaña y después de los 107 kilómetros recorridos, las piernas no eran las mismas, por lo que la ansiedad apareció una vez más, y el primero en ceder y rezagarse fue el Profe, no sería el único, más adelante un fatigado Monito también lo imitaría.
Desde atrás aprovechando el terreno de descenso, el Médico quiso recortar terreno y se lanzó
presuroso, pero su caramañola rodó por el pavimento cuando un desnivel hizo saltar la bicicleta, al frenar instintivamente giró la cabeza y vio a dos colegas que le seguían a lo lejos, por lo que como rodaba por el centro de la vía, trató de cambiarse al carril izquierdo aprovechando que no venía ningún vehículo en sentido contrario, pero antes de que pudiera maniobrar su manubrio escuchó un grito que se acercaba, por lo que continuó recto y vio como pasaba muy cerca por su izquierda uno de los ciclistas que lo escoltaba, quien a pesar de adelantarlo sin novedad, se ofendió por el motivo para la reducción de velocidad y espetó: “va a parar por un put… termo!” mirando hacia atrás mientras rodaba, razón por la cual al volver la vista al frente, se encontró con una curva que le asustó hasta el punto que al hundir la palanca de freno, la rueda trasera derrapó y al suelo fue a dar. “Además… mató a un ciclista!” diría la Hormiga durante la cena.
Una vez recuperado el termo, sobrepasó al adolorido gruñón y rio al verlo renegar mientras lo superaba ya en terreno de ascenso, continuó y más adelante, después de cerca de 75 kilómetros rodando en solitario, hizo contacto nuevamente con el grupo, pero inmediatamente se dio cuenta que al retrasarse el Profe y el Monito el grupo completaba 12 y como un poco más adelante llegaría Paila, eran nuevamente 13, el líder y los doce apóstoles, la maldición…
El control del ritmo continuó durante los duros repechos que les permitieron llegar nuevamente a La Unión, allí se detuvieron a recargar líquido en el punto de hidratación y aprovecharon para ingerir otro banano, continuando el recorrido hasta La Ceja, ya se sentía satisfacción y aún faltaban unas cumbres que aunque no tan extensas si serían difíciles en las condiciones en que después de 150 km. se encontraban sus piernas.
Aunque la banda musical ya no entonaba, muchas voces indicaban que “ya casi”, el objetivo estaba cerca y el calor de las trece almas que atravesaban la estancia hacía lividecer el canicular sol que desde hacía ya mucho rato alegraba a los habitantes de estos parajes que con más de 2100 metros de altitud, agradecen al astro rey su compañía.
Las últimas cotas fueron superadas fundidos como un solo cuerpo, únicamente el Animal quiso pajariar para no perder la costumbre y explicó durante la cena, horas después que lo hizo para gastar un poco de energía que lo estaba sobrecalentando; los últimos kilómetros tendían hacia abajo, y fue el mismo
mesías (Carlomagno) quien dirigió a sus doce apóstoles a las puertas no de Jerusalén, pero si  a las del cielo, pues la sensación de plenitud al cruzar la meta debe ser la que se respire en aquel lugar; las felicitaciones y medallas fueron solamente un símbolo, lo verdaderamente importante, lo que cada uno llevaba en el centro de la psiquis, del espíritu, del alma era el gozo del deber cumplido, el deber consigo mismo y con este grupo que demostró que su unión no es en cuerpo, sino un sentimiento común.
Gracias a cada uno de los Marielo’s, los presentes en esta memorable hazaña, pero también a los que por múltiples motivos no pudieron acompañarnos; un saludo especial para Magnelly que de seguro estará en el siguiente reto; un agradecimiento enorme a Pala, por su generosidad con el Monito, a Bedoya por habernos procurado a Vampirín, a Sancocho que ‘donó’ a Alan… un abrazo para todos, los presentes y los que lo estarán pronto, a los que tardarán pero regresarán y a quienes no volverán, todos han ayudado a forjar un grupo que es ya patrimonio del ciclismo recreativo en Antioquia.
Habrá sin duda nuevos retos, pronto llegará el tradicional paseo de semana santa y continuará la madurez y consolidación del equipo; esperamos poder seguir compartiendo las impresiones de cada ruta, que todos lleguemos a casa felices después de compartir con estos amigos, cuyo pretexto es la bici, pero que son una verdadera familia; por eso… nos vemos en la vía!

* Papayera: grupo musical tradicional de música caribeña.

4 comentarios:

  1. Felicitaciones por la gran hazaña y por llegar como equipo a la meta

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  2. medico excelente su cronica felicitaciones a todos por terminar el reto de la ruta colombia todos somos una familia los que no estuvimos rodando los acompañamos de corazon, gracias a toda la familia del grupo ciclistico mariela que dios nos regale muchos años mas para rodar en nuestra bici y con tan especiales compañero y a nuestro patrocinador escuela de belleza mariela y carlos magno gracis por todas esas oportunidades de compartir.

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  3. Estupenda crónica Médico, felicitaciones!!!

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  4. Completamente de acuerdo Juan, gracias...

    Eduardo Campos C.

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